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PRIORIDADES PASTORALES DE NUESTRA DIÓCESIS

PRIORIDADES PASTORALES 2025-26

MOTIVACIONES PARA LA ELECCIÓN DE PRIORIDADES PASTORALES

1.- En sintonía con la Iglesia universal
2.-La implementación del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad: expresa la conciencia de que la llamada a la misión es simultáneamente la llamada a la conversión de cada Iglesia local y de la Iglesia toda, en la perspectiva indicada en la exhortación apostólica Evangelii gaudium.
3.-Seguimos celebrando el Jubileo 2025
4.-Bajo la guía del papa León XIV: ha hecho hincapié en la necesidad de la paz, y está insistiendo en la necesidad del compromiso vital de la fe, de la esperanza y del amor.
5.-El Congreso de las Vocaciones (2025): tuvo lugar en Madrid los días 7-9 de febrero de 2025. El punto de partida de la reflexión era: «la vida es vocación» y el lema final fue: «¿Para quién soy?».
6.-Nuevo Obispo para la diócesis de Málaga: Mons. JoséAntonio Satué Huerto 7.- Elección de Responsable Mayor

PRIORIDADES PASTORALES DIOCESANAS:

1.-Primera prioridad: Presencia evangelizadora y transformadora de la Iglesia en el mundo
2.-Segunda prioridad: Promover la pastoral vocacional
3.-Tercera prioridad: Integrar en las parroquias la pastoral de migraciones

PRIMERAPRIORIDAD PASTORAL
Presencia evangelizadora y transformadora de la Iglesia en el mundo

► Iglesia en el mundo
La Iglesia no existe para sí misma. El envío de Cristo la constituye en misionera desde su inicio para anunciar el Evangelio del Reino con palabras y obras.
El papa nos invitó, como preparación al Jubileo Ordinario de 2025, renovásemos el conocimiento del Concilio: «en sus cuatro constituciones. Es tiempo de redescubrir la belleza de esta enseñanza, que aún hoy estimula la fe de los cristianos y los llama a ser más responsables.
El pasado curso 2024-2025 se prestó atención a la constitución Dei Verbum; ello dio origen a algunas de las tareas concretas de la primera prioridad. En el presente curso deseamos que Gaudium et spes ilumine nuestra acción pastoral.

► La Iglesia está íntimamente unida a la humanidad

Gaudium et spes enseña que la Iglesia está en el mundo porque lo humano resuena en su corazón: «el gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón. [La Iglesia] se siente verdadera e íntimamente solidaria del género

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humano y de su historia».
El católico, no puede situarse en el mundo desde el odio a éste, sino desde el amor solidario. Estamos invitados todos, antes de emprender nuestra misión evangelizadora, a examinar nuestro corazón, nuestros sentimientos y emociones hacia el mundo, la humanidad, especialmente hacia aquellos que piensan de modo diferente.

► El bautismo y la vocación cristiana

Los cristianos, incorporados a Cristo por el bautismo, formamos el Pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. A los laicos «de manera especial corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a las que están estrechamente unidos». Bautizados luego santos y apóstoles. (P. Soto).
El único Padre, el único Señor y el único Espíritu, interpela a todos los bautizados, sin excepción.

► La actividad humana en el mundo

La actividad con la que el serhumano trata de mejorar sus condiciones de vida responde al plan de Dios. El hombre ha sido creado a imagen de Dios y ha recibido la misión de conducir el mundo en justicia y santidad.Yesto hay que llevarlo también a los trabajos más ordinarios.

► Algunos principios derivados

1. El primero es que la actividad humana está ordenada al hombre más que las riquezas exteriores.
2. Otro principio es el de la autonomía de las realidades temporales. La investigación, si se realiza de modo verdaderamente científico y según las normas morales, nunca se opondrá a la fe, pues tanto las realidades profanas como la fe proceden de Dios.
3. Un principio más es el amor, que supera las meras fuerzas humanas. El hombre redimido por Cristo se hace criatura nueva en el Espíritu y puede amar y superar el egoísmo.
4. El significado último de esta actividad sobrepasa la historia: Dios ha preparado una morada en la que habitará la justicia y saciará nuestros deseos de paz. No obstante, aunque el cristiano tiene en cuenta ese destino final (la resurrección y la nueva creación), esa esperanza no debilita el compromiso de cultivar la tierra.

¿CON QUÉ TAREAS NOS ENCONTRAMOS?

► El mundo de la increencia

La Iglesia, movida por el amor a los hombres, se esfuerza por comprender las causas del ateísmo, y también se esfuerza por despejar algunas cuestiones que plantea. Sostiene que el reconocimiento de Dios no se opone a la dignidad humana, sino todo lo contrario, más bien la funda y perfecciona. El ejemplo es Cristo, en el que se da al mismo tiempo la máxima unión con

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Dios y el más alto grado de humanidad.
En la actualidad el mundo de la increencia está fundamentalmente representado por una indiferencia religiosa que funciona como ateísmo práctico, y que en ocasiones es promovido cuando se pretende relegar lo religioso al ámbito privado.
El diálogo entre ciencia y fe también es parte de la acción evangelizadora.

► Fomentar la dignidad del matrimonio y de la familia

El destino de la persona y de la sociedad está muy ligado a la situación del matrimonio y la familia. Pero estas instituciones están en crisis por diversas razones: provisionalidad de la pareja, dudas respecto al valor de la vida humana o condiciones económicas que dificultan un proyecto de familia.
El don más excelente del matrimonio es la procreación y la educación de los hijos con las que los esposos participan en la obra creadora de Dios. Transmitir la vida humana y educarla es su misión.

► El amorconyugal

El amor conyugal abarca a toda la persona, enriqueciendo con una dignidad peculiar la sexualidad. El amor hace el acto de la unión íntima verdaderamente humano. Este auténtico amor conyugal y el testimonio del mismo a los hijos forma parte de la necesaria renovación cultural en favor del matrimonio y la familia.
Es importante deshacer la idea extendida de que la Iglesia con sus preceptos y prohibiciones convierte en amargo lo más hermoso de la vida. La Iglesia defiende el respeto a la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.

► La recta promoción del progreso y la cultura siempre al servicio de la humanidad

► Riesgo de una cultura individualista

Se ha constatado una crisis de la razón y un auge del relativismo. La razón humana duda hoy de sus posibilidades para alcanzar la verdad, dejando importantes cuestiones en manos de la subjetividad.

► La cultura al servicio de la persona

La cultura no debe servir a poderes políticos o económicos, porque eso sería apartarla de su fin. En general, los cristianos deben vivir estrechamente unidos a los hombres de su tiempo, siendo «ministros puente» que unen en sí ciencia y teología, y facilitan el diálogo y la colaboración entre éstas. (NECESIDAD DE FORMACIÓN).

► La vida económico-social

La economía tiene su propia autonomía, pero está también al servicio del hombre. Una

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economía planificada solo desde el mercado es injusta. No se puede abandonar el progreso sólo al curso mecánico de la economía, ni sólo al poder de la autoridad pública, porque lleva a la “cultura del descarte”. Pudiendo la economía mitigar las desigualdades, éstas no paran de aumentar, viviendo unos en la pobreza y otros en la opulencia.

► El crecimiento de la población

Hoy, para responder al crecimiento de la población y satisfacer las crecientes aspiraciones, existe un constante incremento de la producción. Pero la finalidad no debe ser el mero incremento, ni el beneficio, o el dominio, sino el servicio a la persona.

► El valor humano del trabajo

Otra cuestión importante es el trabajo, cuyo valor es superior al resto de elementos de la vida económica, que son sólo instrumentos. Esto es así porque el trabajo procede de la persona que deja su impronta en las cosas, con él sustenta su vida y la de los suyos, se une a los hermanos y los sirve y se asocia a la redención de Jesucristo. De ello se deriva el derecho y el deber del trabajo. El trabajo es para el hombre y no al revés.
El trabajo debe ser remunerado de modo que el trabajador y su familia puedan vivir dignamente.

► El destino universal de los bienes

Es un principio fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia. Dios ha destinado la tierra para uso de todos los hombres. Quiere decir que los bienes creados deben llegar a todos.

► La vida de la comunidad política

El origen y razón de ser de la comunidad política es para procurar el bien común. Se entiende por bien común «el conjunto de condiciones de vida social con las que los hombres, familias y asociaciones pueden lograr más plena y fácilmente su perfección propia». Los que tengan capacidad para dedicarse al «difícil y noble arte de la política» deben prepararse y procurar ejercerlo, olvidándose de su propio interés y actuando con integridad. Los fieles laicos, con base en su vocación bautismal, deben sentirse llamados a la presencia pública y con ello al trabajo por el bien común.

► El mensaje evangélico de la paz

El mensaje evangélico, que proclama «bienaventurados los constructores de la paz» concuerda con los más profundos deseos del género humano. La paz no es la mera ausencia de guerra, ni se reduce al equilibrio de fuerzas adversarias, sino que es obra de la justicia. Es también fruto del amor, que va más allá de la justicia.
La paz es figura y efecto de la paz de Cristo, Verbo encarnado, que destruyó en su propia carne el odio y la violencia. Todos los cristianos están llamados a construirla paz.

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► El horror de las guerras

El Concilio dijo taxativamente: se ha de evitar la guerra. Sin embargo, pese a que las guerras han traído a la humanidad gravísimos daños, siguen existiendo. El Concilio advertía del horror de las armas científicas, que pueden producir destrucciones indiscriminadas que van más allá de la legítima defensa y pueden destruir el mundo entero.

► La carrera de armamentos

Responde a la lógica de que la firmeza de la defensa depende de la capacidad de respuesta. Incluso muchos lo consideran el medio más eficaz para la paz. El Concilio, en cambio, afirma que no es un camino seguro para conservar la paz y que el pretendido equilibrio no es una paz verdadera. Además, encierra una injusticia enorme: mientras se invierte una inmensa cantidad de recursos en armamento, no se pueden resolver las miserias que existen en el mundo.

► Erradicar las causas de las injusticias

Para la paz hay que erradicar las causas de la discordia, que suelen ser injusticias. No pocas veces los conflictos provienen de desigualdades económicas y del retraso de las soluciones. Pero otras veces nacen del deseo de dominio o del desprecio de las personas.

La promoción de la comunidad de los pueblos

Los pueblos desarrollados tienen el deber gravísimo de ayudar y prestar especial atención al bien de las naciones más débiles en su negociación con éstas.

► La ecología integral en el magisterio pontificio postconciliar y en la encíclica Laudato sí

► La justicia social en el magisterio de León XIV

ACCIONES CONCRETAS:

1) CONOCER:
● Relectura de Gaudium et spes, desde la perspectiva de la sociedad actual.
● Presentación y cursos de formación sobre los nuevos materiales de la Subcomisión de Familia yVida de la CEE: CNH «Construimos nuestro hogar».

2) CELEBRAR
● Encuentro Diocesano deApostolado Seglar (30 MAYO).
● Celebración del día del Apostolado Seglar y la Acción Católica (Adoremus +

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Eucaristía).
● Jornada porlaVida (marzo 2026).
● Celebraciones y actividades en la Semana del Matrimonio (febrero 2026).
● Creación de equipos de acompañamiento parroquiales a los novios y en los primeros años de casados.
● Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación (septiembre 2025). ● Vigilia durante la Semana Laudato sí (última de mayo 2026).

3)VIVIR
● Participar en todas las esferas de la vida pública que nos sea posible: Asociaciones de vecinos,AMPAS, Clubes deportivos, Sindicatos, Partidos Políticos
● Orar por los que están en la primera línea de evangelización ● Crear espacios de diálogo entre creyentes y no creyentes.
● Campañas contra el desperdicio y el hiperconsumo. Valorar la compra de productos locales
● Difundir y apoyar la campaña de Manos Unidas (febrero 2026) y las actividades asociadas.
● Celebración y colecta del DOMUND (octubre 2025).

SEGUNDAPRIORIDAD PASTORAL Promover la pastoral vocacional

La tarea vocacional es permanente en la vida de la Iglesia y no debería ser necesario proponerla como prioridad pastoral. Sin embargo, para recordarnos su importancia y animar a todos los fieles a responder con diligencia y fidelidad a la vocación de cada cual.
La llamada del Señor es una experiencia personal y única. Y todos nosotros, gracias a Dios, tenemos experiencia de ello.
Esta llamada es la primera constatación de toda tarea vocacional. Desde el comienzo de las Sagradas Escrituras, sus páginas están llenas de la dimensión vocacional.Abraham (cf. Gn 12, 1-9), Moisés (cf. Ex 3, 1-21), Samuel (cf. 1 Sam 3, 1-20), la mayoría de los profetas o los propios discípulos del Señor son magníficos ejemplos de respuestas generosas a la llamada de ese Dios, que sale al encuentro de cada persona para darle una misión, una tarea que llene de sentido su vida, que viene de Él, fuente de toda pastoral vocacional.
La SantísimaTrinidad es el origen y modelo de toda llamada.
La vocación fundamental del hombre es la vocación a la vida y a una vida concebida al instante a semejanza de la divina. Esta vocación es celebrada en el nacimiento a nuestra vida de gracia en el bautismo.
Pero esta llamada se manifiesta especialmente en el rostro cercano de Dios, en el propio Señor Jesucristo. Es el Hijo de Dios que, viniendo a la tierra, invita a sus discípulos a seguirle. Y esa invitación a ser como Él, a compartir su vida y su palabra la va extendiendo a toda persona.
En definitiva, ¿a qué llama Jesús?Aseguirle para sery obrar como Él.
Todo discípulo, respondiendo a su llamada y dejándose formar por Él, manifiesta los rasgos

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auténticos de la propia opción, desde la comunión profunda con el Señor.
Tengamos en cuenta que la santidad es la vocación universal de cada persona, ya que caminar hacia esta meta significa adherirse a la acción del Espíritu.
El Espíritu es quien suscita las vocaciones necesarias para realizar toda la misión de la Iglesia. En la Iglesia se realiza el paso del creyente injertado en Cristo por el bautismo a la vivencia de su vocación «particular». En la comunidad eclesial cada vocación es «personal» y se concreta en un proyecto de vida; no existen vocaciones generales o de «grupo».
Es tarea de todas las vocaciones de la Iglesia asumirla, con una vida que sea testimonio de comunión. Si no hay nadie que llame en la vida concreta de los hermanos, ¿cómo podrá haber quien responda?
Todos los miembros de la Iglesia tenemos la gracia y la responsabilidad de fomentar todas las vocaciones, fundamentada en la oración mandada por el Salvador (cf. Mt 9, 38), una tarea en la que tenemos que seguir creciendo.
La actual crisis vocacional que viven nuestras iglesias es al mismo tiempo crisis de los que llaman y responden acobardados y poco valientes a veces; también es falta de modelos, que vivan con ilusión su misión, haciendo poco atractiva la vida de seguimiento.
La crisis vocacional, se agrava ante el descenso de personas que viven en clave vocacional, que entienden que su vida puede vivirse como respuesta a una llamada que denominamos vocación.
Ante este fenómeno podemos destacaralgunas de sus muchas causas:
Vivimos en la sociedad de lo efímero, que busca salir al paso del «hoy» sin otro argumento que lo que dictan los sentimientos.
Ayuda la realidad acelerada en la que uno está instalado, especialmente en el ámbito digital. Vivimos en el reino «líquido» de la inmediatez, del «aquí y ahora».
Se busca la apariencia y aquello que a uno le sienta bien. Es la cultura del «like», que saben hasta el último detalle del «influencer» de moda; pero, si se les pide que se planteen su vida en clave vocacional, esto queda fuera de sus preferencias.
Podemos decir que nuestra cultura es mayormente una cultura «antivocacional», al menos desde la visión cristiana de la vida. Hoy se proponen otros valores. Los mismos agentes vocacionales no se atreven a veces a hablar con claridad de vocación a los jóvenes y adultos de nuestras comunidades.
Creemos que Dios, por el amor que nos tiene, sigue llamando a cada persona por su nombre a seguirle. Y nuestra principal tarea ha de ser apoyar esa llamada; ser posibilitadores de la respuesta a esas llamadas.
Desde el encuentro personal con Cristo y por la vocación bautismal, se abre la vida del creyente a su primera vocación cristiana, la llamada a la santidad. Pero junto a esa vocación a la santidad, aparece la vocación específica. Esa vocación es el sueño providente del Creador sobre cada criatura, es su idea-proyecto, siendo única, singulare irrepetible.
Solo desde una existencia ilusionada en esta clave, se puede aspirar a ser testimonio que invite a que alguien se anime a vivir su vida como vocación.
Debemos plantearnos si nuestra vida diaria (nuestro lenguaje, horarios, gestos o palabras) hablan de vocación para quienes nos ven. Si nuestra vida es coherente con la propia vocación, para que quien lo vea pueda cuestionarse a causa de nuestra felicidad.
Es una invitación a la conversión personal, y también a la conversión de toda la comunidad

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cristiana.
En la Iglesia de Dios, o se crece juntos o no crece ninguno, lo que supone un grave empobrecimiento.
Si hacemos todo por vocación podremos ayudar a que otros escuchen su llamada y vivan para otros.
Esto requiere una profunda vida interior, llena de silencio y oración, invitando a otros a escuchar la palabra y a recibir el perdón de Dios. Y así poder preguntarse «¿para quién soy yo?».
La pastoral vocacional no se circunscribe solo a la edad juvenil, sino que en toda edad resuena la invitación del Señor a seguirle.
Es una tarea de todos los cristianos, que debemos convertirnos en animadores vocacionales, superando los pudores humanos a proponer opciones valientes y de entrega total, aunque hoy no sean una opción atractiva o «de moda».
Sabemos bien de quien nos hemos fiado (cf. 2 Tim 1,12); porque es el Señor quien dirige nuestras vidas, respetando nuestra libertad, y eso nos da la seguridad de que quienes responden a la llamada de Dios potencian su desarrollo personal.

Líneas de acción para la pastoral vocacional:
® La experiencia del Jueves Sacerdotal, laAdoración ante el Santísimo por las vocaciones, pidiendo al Dueño de la mies que envíe obreros a la mies.
® Ofrecer espacios y momentos de oración como camino para el discernimiento vocacional personal, porque es en la escucha de Dios donde el creyente puede llegar a descubrir el proyecto de Dios para su vida y en cada situación vital.
® La vida en comunión dentro de la Iglesia es y será semilla de nuevas vocaciones.
® Tomar el ejemplo del Maestro, quien, lavando los pies de los discípulos (cf. Jn 13, 1-15), nos enseña que nuestra vida solo será plena a los pies de los hermanos más pobres (CARIDAD).
® No hay nada más atractivo que un testimonio apasionado de la propia vocación. De este modo, se necesitan personas capaces de tender puentes «vocacionales»: esposos que vivan en plenitud la belleza del amor bendecido por Dios en ellos y en los frutos de ese amor. En el hogar y en el testimonio en su trabajo, en la vida civil, en la ancianidad.
Sacerdotes de corazón grande, a ejemplo de Cristo Buen Pastor. Pastores que, acompañando a sus comunidades, hacen del ministerio un reflejo del amor de Dios para su pueblo. Consagrados que reflejen en su vida la presencia del Misterio de Dios en medio de su
Iglesia. Hombres y mujeres de Dios cuya vida habla de amor divino, cuya existencia ayuda a ver a Dios presente en la vorágine de la acción cotidiana.
Nuestra sociedad y nuestros hermanos necesitan testigos creíbles que muestren que la vida en Dios nos hace verdaderamente nuevas criaturas.
® Para acompañar y discernir cualquier vocación, necesitamos ayudar a la persona a que escuche y reconozca la iniciativa divina, a que tenga en su vida esa experiencia personal que sea el «amor primero» de su vida y su vocación. Desde ahí, y con un acompañamiento paciente y respetuoso del misterio vocacional, podrá ir afianzando en su corazón la llamada. Y uno de los elementos fundamentales será comprobar cómo no es algo «buscado», sino que

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siempre es un don de Dios para la persona.
® Debe darse una particular atención al ministerio ordenado, por ser necesario en la Iglesia por voluntad del Señor, su Fundador.
Acercarnos a nuestro seminario que cumple 100 años de su construcción. San Manuel nos ofrece en la Capilla del Buen Pastor una catequesis sobre la realidad del Seminario; tomando la imagen de la siembra, presenta el Seminario como el lugar donde se siembra a los candidatos, para que, con la ayuda y la guía del Señor, se obtenga la necesaria cosecha de «evangelios vivos con pies de curas».

Acciones concretas para la segunda prioridad

1) Conocer
● Invitar a aquellos miembros de nuestra comunidad que veamos pueden participar en el Seminario Mayor o Menor para encauzar su posible vocación.
● Potenciar las diversas iniciativas vocacionales de la Diócesis (p.e., la experiencia Monte Horeb).
● Visitar la exposición del Centenario de nuestro Seminario (hasta finales de 2025).

2) Celebrar
● Celebrar una jornada diocesana de pastoral vocacional que pueda ser eco del pasado Congreso deVocaciones.
● Potenciar laAdoración al Santísimo en nuestras comunidades, y la oración semanal por las vocaciones.
● Asistir al «Adoremus» vocacional (marzo de 2026).
● Participar de las experiencias «Venid y lo veréis» del Seminario Diocesano (marzo 2026).
● Celebrar el Día del Seminario (16 marzo 2026), presentando esta realidad en nuestras comunidades.
● Aprovechar la celebración del domingo de oración por las vocaciones (4º domingo de Pascua 2026), para impulsar en nuestras comunidades esta cultura vocacional.

3)Vivir
● Orar para que se potencie la pastoral vocacional de la Diócesis.
● Seguir creciendo en la comunión entre las delegaciones diocesanas implicadas, para hacer de la pastoral vocacional una tarea verdaderamente interdisciplinar.
● Aplicar en nuestras comunidades parroquiales estas acciones concretas.

TERCERAPRIORIDAD PASTORAL Integraren las parroquias la pastoral de migraciones

Las migraciones constituyen uno de los principales dolores en el momento actual y pueden ser interpretadas como manifestación de las estructuras de pecado. Estamos llamados a la denuncia profética ante la vulneración de derechos, a la vez que hacer que las parroquias sean el

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lugar de acogida y sanación.
La exhortación pastoral sobre las migraciones nos puede ayudar a trabajar el cambio de conciencia necesario para poder configurar las comunidades del futuro, caminando con lo que funciona o replanteando donde sea necesario el modelo de parroquia y de misión; promoviendo con quienes ya viven entre nosotros y los nuevos vecinos o hermanos comunidades acogedoras y misioneras. Esto requiere una conversión personal y pastoral para vivir en armonía, testimoniar y anunciar juntos la alegría del Evangelio.
El futuro de la sociedad y de la Iglesia en España pasa por la plena incorporación de las personas migradas. En consecuencia, o somos una iglesia acogedora y misionera, o no seremos.
Es necesario un cambio en la conciencia y el enfoque de quienes conformamos el santo Pueblo de Dios. Y es necesaria una lectura creyente de este signo de los tiempos y sus desafíos pastorales. La integración -que no asimilación- de las personas migradas en la Iglesia es uno de los signos de los tiempos eclesiales más claros.
Ante el fenómeno migratorio los cristianos debemos apostar por la mirada del Evangelio, que marca la dignidad del ser humano como clave fundamental y punto de partida.
Diversas organizaciones como Cáritas, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), la red Migrantes con Derechos, Caminando Fronteras o la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), han documentado condiciones críticas en la frontera sur: devoluciones sin garantías, hacinamiento, exclusión temporal de recursos básicos, dificultades en el empadronamiento, obstáculos para acceder al procedimiento de asilo, ausencia de acogida efectiva y un proceso de militarización que vulnera la dignidad de las personas.
Nada de esto nos es indiferente, porque nada de lo humano le es ajeno a la Iglesia. Estamos llamados a ser una Iglesia encarnada, cercana y comprometida con la justicia y la verdad.

El Papa Francisco nos dejó en legado que sintetizó en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar, que constituyen un verdadero programa de pastoral; a estos cuatro verbos añadió seis parejas de verbos: conocer para comprender, «hacerse prójimo» para servir, para reconciliarse se requiere escuchar, para crecer hay que compartir, se necesita involucrar para promover, y es indispensable colaborar para construir. Y nos recordaba que cada persona migrante «es una ocasión de encuentro con Jesucristo».

Tenemos dos grandes retos. Un reto ad intra relacionado con la manera de vivir la identidad de la catolicidad de nuestra fe, cuyo criterio fundamental es la hospitalidad y el amor, criterio para el juicio final (cf. Mt 25, 31-40).
El reto ad extra se refiere a la manera de ser una Iglesia misionera, que sale al encuentro de los necesitados, los descartados, los marginados, los oprimidos.
No se puede hacer una pastoral «para» los migrantes, sino una pastoral «con».

Denuncia profética ante la vulneración de derechos. «La respuesta de la Iglesia no puede estar condicionada por los temores y los prejuicios, sino animada por la fe, la esperanza y la caridad».
Es necesario «hablar en nombre de quienes no tienen voz» y denunciar prácticas como las devoluciones colectivas, la criminalización de la hospitalidad o el racismo institucional.
La Delegación diocesana de Migraciones convoca los segundos miércoles de cada mes los

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«Círculos de Silencio» como gesto significativo en espacios públicos, para sensibilizar sobre los derechos de los migrantes; estos gestos se realizan también en distintos puntos de la provincia.

Acciones concretas para la tercera prioridad

1) Conocer
● Promover la formación de todos los fieles en materia de migraciones
● Realizar cursos específicos para el conocimiento de los distintos ritos litúrgicos presentes en nuestra diócesis, en coordinación con la Delegación diocesana de Liturgia.

2) Celebrar
● Promover encuentros y celebraciones litúrgicas interculturales, sobre todo en fechas significativas.
● Participar en las celebraciones ecuménicas organizadas por la Delegación diocesana de Ecumenismo (Oración Ecuménica por la Creación, Semana por la Unidad de los Cristianos).
● Participar en el día de las religiones, en coordinación con la Delegación diocesana de ecumenismo y diálogo interreligioso.

3)Vivir
● Crear espacios de acogida, escucha, acompañamiento e integración en nuestras parroquias y comunidades.
● Defender los derechos de las personas migradas
● Potenciar comunidades acogedoras y misioneras, en coordinación con la Delegación diocesana de Migraciones.
● Orar y ofrecer por los migrantes y por los miembros de ls Iglesia que trabajan por su defensa e integración, para que no desfallezcan.

Miguel Ángel Villarejo

Prioridades pastorales

SECCIÓN RETIROS

Próximos retiros espirituales

Encuentra aquí información sobre nuestros retiros espirituales, espacios de reflexión y encuentro con Dios.

Retiros de mujeres

RETIRO DE MUJERES EN MARÍA MADRE DE DIOS, DADO POR PAQUI MORENO. MARTES 11 DE NOVIEMBRE

l pasado martes nuestra hermana Paqui Moreno nos impartió el retiro sobre los salmos con el título -La oración respiro del alma- nos decía que así como respirar obtenemos el oxígeno para la vida, así la oración es lo que necesitamos para la ida del alma. Nos habló del Tratado del amor de Dios para con los hombres de S. J. Ávila.
Y del testamento de la Virgen -haced lo que El os diga- por eso le tenemos que pedir que nos ponga oído en el corazón y terminó haciendo varias preguntas
 
PAQUI PÉREZ
Nos pone la meditación de Briales

Retiro: Casa de la Comunidad

Nuestra hermana en Cristo, Paqui Moreno, con su muy agradable saber hacer, nos dio el retiro.
Tema: La oración; el respiro del alma. Es lo que sucede cuando estamos orando: sacamos los malos pensamientos y deseos no muy buenos. En la vida cotidiana ya sabemos la falta que nos hace respirar; pues la oración es semejante para el alma.

Nos hizo mucho hincapié en orar con los Salmos, lo que Nuestro Señor, desde niño, aprendió de su madre, la Virgen Santísima, ya que Ella fue quien nos dejó el testamento espiritual en el Magnificat.

Cuando estemos leyendo la Palabra de Dios, según nuestro patrón san Juan de Ávila, debemos pensar que es Él mismo, Jesús, quien nos está hablando por medio de la palabra escrita en la Biblia; y es como una reunión personal con Jesús.

Cojamos los Salmos y disfrutemos de todo lo que nos aportan para nuestra oración personal.
¿Somos agradecidos al Señor? Pregunta personal.

Paqui Pérez

PAQUI MORENO

RETIRO DE MUJERES EN MARÍA MADRE DE DIOS, DADO POR JULIA. MIÉRCOLES 15 DE OCTUBRE

JULIA

Retiros de matrimonios

RETIRO DE MANUEL Y MARICRUZ

CÓMO VIVIR LA ESPERANZA EN UN MUNDO DE DESIGUALDADES: LAS OBRAS DE MISERICORDIA

M.A.F. San Juan de Ávila

M.A.F. San Juan de Ávila
“Cómo vivir la esperanza en un mundo de desigualdades: las obras de  misericordia.” 
Queridos hermanos y hermanas: 
Es una gran alegría compartir este momento de reflexión con vosotros.  Hemos sido invitados para profundizar en un tema de vital  importancia: cómo vivir la esperanza en un mundo marcado por las  desigualdades, a través de las obras de misericordia. 
Sabemos que vivimos tiempos complejos, donde la brecha entre ricos  y pobres, entre los que tienen acceso a oportunidades y los que no, entre  quienes gozan de seguridad y quienes viven en vulnerabilidad, parece  ensancharse día a día. Frente a esa realidad, la tentación del desaliento o la  indiferencia es fuerte. Sin embargo, los cristianos no podemos perder de vista  que hemos recibido un tesoro: la esperanza que viene de Cristo resucitado. 
La Iglesia, madre y maestra, nos propone un camino concreto para no  dejar que la esperanza se diluya en palabras bonitas: las obras de  misericordia, las cuales transforman nuestra fe en vida y nuestra esperanza  en gestos visibles.  
Nuestro objetivo hoy no es solo reflexionar, sino también descubrir y  proponer aplicaciones prácticas para el día a día en el matrimonio y la  familia. Porque la esperanza no se vive en abstracto, sino en lo cotidiano: en  cómo tratamos al cónyuge, en cómo educamos a nuestros hijos o en cómo  nos relacionamos con los demás. 
Empezamos recordando algunos aspectos muy importantes  relacionados con la esperanza. Sabemos que la esperanza es una de las tres  virtudes teologales, junto con la fe y la caridad. Según el Catecismo de la  Iglesia Católica, “La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos  al Reino de los cielos y a la vida eterna, apoyándonos en las promesas de  Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la  gracia del Espíritu Santo”. 
Esto significa que nuestra esperanza no es optimismo humano ni  simple ilusión, sino confianza firme en que Dios cumplirá sus promesas. La  esperanza es como un ancla que nos mantiene firmes en medio de las  tormentas del mundo (de ahí el ancla en el logo del año jubilar) 
San Juan Pablo II, en su primera encíclica Redemptor Hominis (1979),  afirmaba: “El hombre no puede vivir sin amor. Permanece para sí mismo un  ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, 
si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta”. Y añadía que este  amor, revelado en Cristo, es fuente de esperanza. 
Para él, la esperanza cristiana no es un consuelo barato, sino la fuerza  que nos permite luchar contra la injusticia y el mal. En sus viajes,  especialmente en contextos de sufrimiento, como en Polonia, bajo el  comunismo, o en África, golpeada por la pobreza, insistió en que los  cristianos somos portadores de esperanza porque Cristo ha vencido al pecado  y a la muerte. 
En la encíclica Spe Salvi (2007), Benedicto XVI desarrolla  magistralmente la esperanza. Afirma: “El que tiene esperanza vive de otra  manera; se le ha dado una vida nueva”. Según él, la esperanza cristiana no  es solo algo para el futuro, sino que cambia ya nuestra manera de vivir en el  presente. 
En otras palabras: cuando un matrimonio vive con esperanza, no se  paraliza frente a los problemas económicos, las tensiones familiares o las  dificultades sociales. Al contrario, transforma esas realidades con gestos de  amor y misericordia. 
Dicho esto, hagamos una reflexión a propósito de nuestra realidad  actual. Vivimos en un mundo con avances impresionantes en tecnología,  medicina y comunicación, pero también con desigualdades crecientes:  hambre, migraciones forzadas, desempleo, exclusión. En nuestras propias  ciudades encontramos contrastes dolorosos: barrios con lujos junto a otros  donde falta lo esencial. 
Sin ir más lejos, en Málaga, en este año 2025 están claramente  identificadas desigualdades de diversa índole. 
Vaya por delante un dato escalofriante, en Andalucía, el 36,9%  (¡prácticamente un 37%!) de las personas menores de 18 años se encuentra  en riesgo de pobreza o exclusión social.  
En el ámbito económico y laboral nos encontramos 
• Altos índices de pobreza y exclusión social (1 de cada 3 personas). • Desigualdades salariales 
• Empleo juvenil precario: los jóvenes enfrentan dificultades para  acceder a trabajos estables y bien remunerados. 
• Temporalidad laboral, especialmente en sectores de turismo y  servicios.
En vivienda y urbanismo existe 
• Gentrificación en el centro histórico y barrios antiguos, desplazando a  residentes de avanzada edad a las afueras 
• Dificultad de acceso a vivienda digna y asequible, con precios  elevados de alquiler y compra. 
• Viviendas en mal estado en zonas de periferia y barriadas con  infraestructura insuficiente. 
En Educación 
• Brecha educativa entre barrios ricos y pobres, afectando  el rendimiento escolar y las oportunidades de formación. • Falta de recursos y apoyo escolar para niños de familias vulnerables o  migrantes. 
• Diferencias en acceso a educación digital y tecnología. En cuestiones de Salud 
• Desigualdades en esperanza de vida y salud entre barrios (hasta 9 años  de diferencia). 
• Acceso desigual a servicios de salud especializados. • Problemas de salud mental, especialmente en jóvenes y personas en  situación de vulnerabilidad. 
En materia de Género y diversidad 
• Violencia de género 
• Brecha salarial de género y empleo precario femenino. • Discriminación y falta de oportunidades para colectivos LGTBI en  algunos ámbitos. 
En Migración e integración 
• Los migrantes se enfrentan a exclusión social, discriminación laboral  y barreras administrativas. 
• Acceso limitado a vivienda y servicios sociales. 
• Dificultad de integración cultural y educativa. 
En lo referente a Tecnología y conectividad 
• Brecha digital: familias con pocos recursos carecen de acceso a  internet de calidad y dispositivos digitales.
• Limitaciones para educación y empleo online, profundizando la  desigualdad. 
Medio ambiente y barrios vulnerables 
• Zonas periféricas más afectadas por contaminación, falta de zonas  verdes y riesgos climáticos. 
• Acceso desigual a transporte público eficiente y servicios urbanos  básicos. 
En Evangelii Gaudium (2013), el Papa Francisco denuncia con  claridad: “Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para  asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una  economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata”. 
Para él, la esperanza cristiana no puede ser indiferente al sufrimiento de  los pobres. Si no se traduce en compromiso con la justicia, se convierte en  ilusión vacía. 
San Juan Pablo II nos recuerda que la esperanza nace del amor de Dios.  Benedicto XVI nos muestra que la esperanza transforma ya nuestro presente. Francisco nos impulsa a salir al encuentro de los pobres y sufrientes. 
Los matrimonios cristianos estamos llamados a ser un signo de esperanza  en medio de estas desigualdades. No solo con gestos individuales de caridad,  sino también educando a los hijos en la solidaridad, denunciando las  injusticias y colaborando en proyectos comunitarios. 
La esperanza no es un sentimiento ingenuo, sino una virtud teologal que  se traduce en acción. En un mundo herido por las desigualdades, la Iglesia  nos invita a ser signos vivos de esperanza, ¿CÓMO? Cumpliendo con  nuestra parte, a través de las obras de misericordia. 
Hoy, como matrimonios, tenemos la misión de ser pequeños faros de  esperanza en nuestras familias, en nuestras comunidades y en la sociedad.  La esperanza se alimenta con oración, se fortalece en la comunión y se  expresa en la misericordia. 
¡Que María, Madre de la Esperanza, nos acompañe en este camino! 
Vamos ahora a centrarnos en esa expresión de amor a través de la  misericordia. La Iglesia diferencia las obras de misericordia en corporales (aquellas que ayudan al cuerpo) y espirituales (las que ayudan al alma)
El Catecismo conecta estas obras con el juicio final (ver Mateo 25, 31- 46), donde Jesús dice que seremos juzgados por cómo tratamos a los más  necesitados. 
Obras de misericordia corporales. 
Dar de comer al hambriento. 
Dar de beber al sediento. 
Vestir al desnudo. 
Dar posada al peregrino.  
Visitar a los enfermos. 
Visitar a los presos. 
Enterrar a los muertos. 
Obras de misericordia espirituales. 
Enseñar al que no sabe. 
Dar buen consejo al que lo necesita. 
Corregir al que yerra.  
Perdonar las ofensas. 
Consolar al triste.  
Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. 
Rogar a Dios por vivos y difuntos. 
Antes de profundizar en las diferentes obras de misericordia y  concretar qué podemos hacer en estos días que nos toca vivir, compartimos tres iluminaciones, que nos regalan para no caer en el desaliento, nuestros  papas más recientes y algunas reflexiones de grandes y santas personas que,  formando parte de nuestra Historia, dejaron muestras patentes de su amor  incondicional a Dios y sus hermanos.
San Juan Pablo II: la misericordia es la “segunda cara de la justicia”  (Dives in Misericordia). La misericordia va más allá de la justicia, porque  introducen el amor que repara y restaura, no solo equilibra. 
Benedicto XVI: la caridad sin verdad se convierte en  sentimentalismo; la misericordia debe estar unida a la verdad (Caritas in  Veritate). 
Francisco: las obras de misericordia son “el ADN del cristiano” y nos  hacen salir de nosotros mismos. 
San Juan de Ávila insistió siempre en que la fe debía hacerse obras.  No basta conocer a Cristo, hay que imitarlo en el amor a los pobres y  necesitados. Hoy nos exhorta diciendo “Si alguno de vosotros ve a su  prójimo en necesidad y no le socorre, ¿cómo puede decir que tiene amor de  Dios?” 
Para San Juan de Ávila, la misericordia es el termómetro de la fe. Si no hay fiebre en nuestro cuerpo, buen síntoma, si hay fiebre, algo falla. Si  hay obras de misericordia, mi fe está sana y fuerte, si no las hay, algo falla.  San Juan de Ávila nos recuerda que la misericordia es esencial en la vida  cristiana: sin obras, la fe se muere. 
Santa Ángela de la Cruz vivió las obras de misericordia de forma  radical y visible. Su vida entera fue “hacerse pobre con los pobres para  llevarlos a Cristo”. Hoy en día, sus hijas entran en los barrios más pobres,  cuidan enfermos abandonados, velan difuntos olvidados y dan de comer a 
hambrientos. Santa Ángela también nos enseña que no hace falta grandes  gestas para practicar misericordia. Una sonrisa, un vaso de agua, un gesto de  paciencia son también obras santificantes. Hoy nos recuerda que “El pobre  es Cristo”. Y con esa convicción, ella veía en cada enfermo, en cada  mendigo, en cada necesitado, al mismo Jesús. Para Santa Ángela, la  misericordia es encarnar el amor de Cristo crucificado en lo cotidiano, en las  calles y en los hogares más humildes. 
A Santa María Faustina Kowalska, en sus visiones, Jesús le reveló  que la misericordia es “el atributo más grande de Dios.” La misericordia no  es un aspecto secundario, sino el corazón mismo del Evangelio. Nuestro  Señor le decía a Santa Faustina “De ti exijo obras de misericordia que deben  surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia siempre y en todas  partes, no puedes dejar de hacerlo ni excusarte”. Santa Faustina nos enseña  que cada cristiano debe ser un “canal” de misericordia en el mundo y se trata  no solo de recibirla, sino también de transmitirla.
Santa Teresa de Calcuta, dedicó su vida a los más pobres y  necesitados, mostrando que la verdadera grandeza no está en el poder ni en  la riqueza, sino en amar y servir a los demás con ternura y esperanza. Luego  trataremos la ternura con algo más de detalle. Pequeña en estatura y gigante  en amor, hoy nos repite con tono firme: "La vida es un desafío, afróntalo; la  vida es un deber, cúmplelo; la vida es amor, disfrútalo.". Madre Teresa es  muy actual para todos nosotros, hasta el punto de que la hemos visto vivir de  manera ejemplar las obras de misericordia, pues bien, no olvidemos una de  sus frases más inspiradora: "No todos podemos hacer grandes cosas, pero sí  cosas pequeñas con gran amor." 
Esto nos recuerda que la misericordia no siempre se mide por la  magnitud de la acción, sino por el amor y la intención con que se realiza. Es  por ello, que hoy mismo nos invita diciéndonos: "Si no puedes alimentar a  cien personas, entonces alimenta a una sola. Hazlo con amor." 
También podemos dirigir nuestra mirada a María, a quién mejor que  a nuestra madre, para pedirle consejo y preguntarle su opinión respecto al  tema que hoy nos ocupa. Nosotros lo hemos hecho y le hemos preguntado:  Madre, ayúdanos, oriéntanos, ¿cómo viviste la misericordia para con los  demás? Ya sabemos que tu infinita generosidad nos permite hoy llamarte  madre, pero dame más ejemplos. Y con una sonrisa y dulzura desmedida,  nos aconseja: leed sobre la que ya está escrito. Y es entonces cuando nos  admiramos al comprobar que: 
Respecto a dar de comer, de beber y socorre al necesitado: en las  bodas de Caná, María interviene para que los esposos tengan vino,  mostrando preocupación por la necesidad concreta de otros. Enseña  a anticipar y actuar ante las necesidades del prójimo, incluso con  pequeños gestos. 
En lo referente a vestir, hospedar y visitar a los enfermos y  necesitados: cuando visita a su prima Isabel, María lleva ayuda, compañía y  alegría. Es un modelo de acompañamiento y servicio. 
Cuando se trata de consolar al triste y acompañar en el  sufrimiento: María estuvo al pie de la cruz, compartiendo el dolor de Jesús  y consolando a Juan y a los discípulos. Esto nos muestra cómo  la misericordia incluye presencia, consuelo y solidaridad en el  sufrimiento. 
A propósito de enterrar a los muertos: presencia y acepta la muerte  de su hijo y anteriormente la de su esposo.
María enseña, da buenos consejos y orienta al prójimo: aunque no  enseñaba en púlpitos, su ejemplo y palabras transmiten obediencia, fe y  confianza en Dios. Ella nos enseña que la misericordia incluye guiar con  humildad y paciencia a quienes nos rodean. 
Si nos referimos a perdonar y aceptar la voluntad de Dios: su “sí”  en la Anunciación es un acto de misericordia universal; acoge la salvación  de Dios para el mundo. Su entrega nos enseña que la misericordia comienza  en la aceptación de la voluntad divina y en el perdón interior. 
Por último, en cuanto a orar y acompañar espiritualmente: María  intercede constantemente por los fieles, en Caná y otras apariciones. Ella es  intercesora constante para todos los fieles. 
Llegado este punto del retiro nos podemos plantear si está a nuestro  alcance el realizar obras de misericordia, ya sea por nuestras ocupaciones,  hijos a cargo, edad avanzada, problemas de salud o cualquier otro menester. 
Manuel Lozano Garrido, “Lolo”, como lo conocemos en Linares,  beato, en proceso de canonización. Murió con 51 años y tras cumplir los 23  años inició un proceso de parálisis irreversible que lo llevó a vivir en sillas  de ruedas, quedar ciego en sus último nueve años de vida y ganarse por lo  médicos que lo atendían el calificativo de “dolor viviente”. A la vez le eran  reconocidas como virtudes principales: su aceptación, paciencia e inmensa  alegría. Aun siendo un “dolor viviente”, fundó la revista “Sinaí”, dirigía  escritos a enfermos y requería que lo llevaran a consolar a enfermos y tristes,  publicó numerosos artículos y libros, orientaba y acompañaba con sus  consejos a quién lo necesitaba, intercedía y oraba continuamente por otros y  siempre trasladaba un mensaje de esperanza al hermano. Cuando el deterioro  físico le imposibilitó teclear en su máquina, escribir en papel, ni pudo ya ver  nada, continuó con sus publicaciones recitando a un magnetófono. ¿Podemos  nosotros realizar obras de misericordia? Si Lolo podía, la respuesta parece  que se inclina hacia un sí rotundo, ¿verdad? 
Veamos cómo podemos practicarlas, empezamos con las  corporales… 
Dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento. 
o Participar en comedores sociales o bancos de alimentos. o Apoyar iniciativas contra el desperdicio de comida. 
o Preguntar al que pide si tiene hambre o conoce a quién pase.
o Repartir chuches en parroquias frecuentadas por niños y  familias desfavorecidas. 
o Ayudar a llevar las bolsas de la compra o subirlas a pisos que  no tienen ascensor. 
o Esperar para comer al último que llega. 
o Instalar dispensadores de agua en espacios comunitarios. o Ofrecer agua a la persona que llega, desde la calle, a nuestros  centros de trabajo. 
o Controlar el gasto de agua y no despilfarrar un bien tan  principal. 
o Ofrecer con cariño un alimento o un vaso de agua a  familiares, cuidadores o a otros enfermos. 
o Preparar con sencillez un detalle (un café, una fruta) cuando  tienen fuerza. 
Vestir al desnudo. 
o Organizar campañas de recogida de ropa digna, limpia y en  buen estado. 
o Apoyar a migrantes y refugiados con abrigos, zapatos o  mochilas. 
o Seleccionar ropa en buen estado para donar. 
o Velar por la imagen digna de todas las personas. 
o Regalar servicios de peluquería y estética a mujeres o  máquinas de pelar a hombres. 
o Regalar un bote de colonia a un indigente. 
o Animar a la familia a ordenar y regalar lo que sobra. o Comprar ropa a quién pide en la calle con ropa muy  deteriorada 
Dar posada al peregrino. 
o Ofrecer voluntariado en albergues. 
o Apoyar a migrantes o desplazados en colaboración con la  parroquia. 
o Alojar en hoteles en fechas señaladas, noche de Reyes,  Nochebuena, etc. Gran regalo este para quién vive en la calle. o Alimentar las mascotas de los indigentes y ofrecer soporte  veterinario. 
o Poner nuestro coche a disposición para servicios de terceros o  comunitarios. 
o Auxiliar en carretera. 
o Compartir el paraguas cuando llueve.
o Detenerme para intentar ayudar al extranjero y si no lo  entiendo, regalarle una sonrisa. 
o Recibir en casa con espíritu acogedor a quién nos visita. o Aceptar la presencia de cuidadores o voluntarios como un  gesto de comunión. 
o Costear un taxi a alguien que vemos fatigado o con bolsas de  la compra pesadas. 
Visitar a los enfermos. 
o Acompañar a personas en hospitales o residencias que están  solas. 
o Hacer videollamadas o mensajes a enfermos cuando no es  posible visitarlos en persona. 
o Apoyar a familias con enfermos crónicos. 
o No solo llevar al enfermo medicinas, sino también tiempo y  escucha. 
o Leer a una persona mayor. 
o Ser bondadoso con quién espera resultados médicos. o Ofrecernos a empujar la silla de ruedas de una persona en la  calle. 
o Si puedo, viajar de pie en transporte público para liberar mi  asiento o cederlo. 
o Ayudar a los abuelos a pedir citas médicas por Internet. o Los mayores enfermos, con su sola presencia y escucha,  pueden acompañar a otros enfermos. 
o Dar testimonio de fe y paciencia en su propio dolor. Visitar a los presos. 
o Integrarse en programas de pastoral penitenciaria. o Ofrecer talleres de reinserción laboral o educativa. o Aunque no puedan desplazarse, los mayores pueden escribir  cartas para los presos. 
o Tener presente en las oraciones a los encarcelados. Enterrar a los muertos. 
o Ayudar en gastos funerarios de personas sin recursos. o Rezar en cementerios olvidados, especialmente por migrantes  o indigentes. 
o Acompañar a familias en duelo con oración y cercanía. o Rezar por difuntos, especialmente por amigos de su  generación.
o Acompañar en el duelo con llamadas o palabras de consuelo. Respecto a las obras espirituales… 
Enseñar al que no sabe. 
o Dar catequesis. 
o Ofrecer apoyo escolar a niños en riesgo de exclusión. o Compartir conocimientos digitales con adultos mayores. o Ayudar al compañero de trabajo desbordado. 
o Enseñar a rezar el Rosario. 
o Transmitir a hijos, nietos y bisnietos la fe, las oraciones y las  tradiciones cristianas. 
o Contar experiencias de vida como lecciones de sabiduría. Dar buen consejo al que lo necesita. 
o Escuchar y acompañar en momentos de crisis. 
o Ofrecer orientación espiritual y/o psicológica básica y ayudar  a derivar el problema cuando sea preciso. 
o Usar redes sociales para difundir mensajes de fe y esperanza. o Entre esposos, escucharse con paciencia y guiarse mutuamente  hacia Dios. 
o Ser consejeros de vida en momentos importantes para hijos y  nietos. 
o Ofrecer palabras de fe y serenidad. 
Corregir al que se equivoca. 
o Corregir con amor y respeto, sin humillar. 
o Animar a jóvenes a alejarse de vicios (alcohol, drogas,  apuestas, pornografía). 
o Denunciar falsas noticias (fake news) o mensajes de odio en  redes sociales. 
o Con dulzura, corregir actitudes injustas en la familia. o Testimoniar la importancia de la verdad y la honradez. 
Perdonar las ofensas. 
o Romper ciclos de resentimiento en la familia. 
o Promover la reconciliación en conflictos sociales o vecinales. o Ser testigos de perdón en la vida matrimonial. 
o Retomar la relación con familiares y amigos con los que se ha  perdido el contacto.
o Perdonar viejas heridas familiares. 
o Reconciliarse con hermanos, hijos o vecinos antes de partir a  la Casa del Padre. 
Consolar al triste. 
o Acompañar a quién atraviesa depresión, soledad o duelo. o Enviar mensajes de ánimo por WhatsApp o correo. 
o Ofrecer espacios de escucha, sin juicios. 
o Confortar a quién sufre fracasos laborales. 
o Apoyar en las rupturas familiares. 
o Apoyar a los niños en sus fracasos escolares. 
o Llamar o escribir a otros enfermos o viudos para dar ánimo. o Mostrar que aún en la debilidad se puede consolar con una  sonrisa o una palabra amable. 
Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. 
o Tener paciencia en la vida conyugal y familiar. 
o Aprender a convivir con estilos de vida diversos en el trabajo. o Responder con paz al tráfico, colas, burocracia o redes  sociales hostiles. 
o Dar ejemplo a los hijos de cómo afrontar dificultades sin  perder la fe. 
o Acercarme al compañero de trabajo que más me cuesta tratar. o Favorecer los acuerdos en las juntas de la Comunidad. o Aceptar limitaciones propias y ajenas sin quejarse  
excesivamente. 
o Ofrecer sus dolores por la salvación de las almas. 
Rezar por vivos y difuntos. Esta es quizá la más accesible y  poderosa de las obras de misericordia. 
o Hacer oración comunitaria presencial u online. 
o Ofrecer misas por difuntos olvidados. 
o Rezar diariamente por gobernantes, médicos, educadores,  migrantes o desempleados. 
o Rezar unidos por los necesitados y por los que han partido. o Ofrecer rosarios, misas o la enfermedad misma como  sacrificio redentor. 
o Hacer del lecho de enfermedad un altar de intercesión por la  Iglesia y el mundo.
Tras estos ejemplos de obras de misericordia, que pueden estar al  alcance de cualquier cristiano, y antes ir concluyendo, queremos volver a un  asunto, que, anteriormente, comentamos que desarrollaríamos algo más y va  íntimamente ligado a la misericordia; se trata de la ternura. Y también  haremos un comentario a propósito de otro término, que es muy recurrente  al hablar de misericordia, pero que no debemos acostumbrarnos a asociar a  la misma: la lástima. 
Respecto a la ternura empezaremos definiéndola como un sentimiento  afectuoso y desinteresado, delicado y amable, que nos impulsa a amar y  proteger a un sujeto que se presenta frágil y temeroso. La ternura no es el  reconocimiento del otro como inferior sino como algo sumamente valioso al  que hay que proteger. La ternura es la expresión más serena, bella y firme  del amor, haciéndolo fuerte. 
La ternura enciende la chispa de la alegría en la adversidad. Expresa  el afecto y sabe escuchar, hacerse cargo de los problemas del otro,  comprende y cultiva detalles, y es que para el amor no hay nada pequeño. 
La ternura es un valor tan necesario en nuestra vida como el aire y los  alimentos. Ella se alimenta de cosas pequeñas que brotan del corazón: una  mirada, una sonrisa, una palabra… El valor de la ternura no lo pueden  traducir las personas que tienen la cabeza vacía y el corazón de piedra. 
Es un error confundir la ternura con el sentimentalismo o la  sensiblería. Su parentesco lo tiene con la misericordia. 
El Papa Francisco nos invitaba a no tener miedo de la bondad, ni de la  ternura y añade: el preocuparse, y el custodiar al otro, requiere bondad y  fortaleza, y la ternura es el valor de los fuertes. Nuestro Dios está lleno de  ternura. 
Una vez comentada la estrecha relación ternura-misericordia, vamos  al otro y delgado lado de la línea que nos puede llevar al error: caer en la  lástima. No confundamos la misericordia con la lástima. La primera hace  referencia a una movilización por la comprensión de la penuria de la otra  persona y se puede identificar con las propias experiencias de la vida. 
La lástima, en cambio, es una sensación más pasajera que tiene como  centro la persona de la que se desprende. Siendo así, la lástima no parte de  una atención profunda a la necesidad del otro, sino de una reacción  superficial del sujeto que la siente. Es algo que sale de uno, que nos pone a  nosotros como observadores compadeciéndonos, más que involucrándonos  con auténtica comprensión o empatía hacia el necesitado. En otras palabras, 
la lástima no es genuina solidaridad, ni compasión verdadera, ni obra de  misericordia, porque no se enfoca en aliviar la necesidad del otro, sino que  es un sentimiento que brota desde mí hacia ti y que, al ser pasajero, no  implica compromiso real. 
Bien, vamos a terminar con lo que más nos gusta, los regalos, hoy  tenemos… ¡“triple premio” a nuestro alcance por practicar las obras de  misericordia! Según la Iglesia, el desarrollo de las obras de misericordia  tiene un premio tanto temporal como eterno, porque son expresión concreta  del amor a Dios y al prójimo. 
1. La recompensa eterna. 
Jesús lo deja claro en el Evangelio de Mateo, 25, 31-46, anteriormente  comentado: “Porque tuve hambre y me disteis de comer; estuve enfermo y  me visitasteis, etc. En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis pequeños, a mí  me lo hicisteis”. Cada obra de misericordia practicada con amor y fe nos  acerca al Reino de los Cielos. Las acciones misericordiosas se guardan  como “tesoros” ante Dios. San Juan Pablo II en Dives in  Misericordia recuerda que la misericordia practicada abre la puerta a recibir  la misericordia de Dios en la vida eterna. 
2. La recompensa espiritual aquí en la tierra. 
Nos provoca una transformación interior, practicar misericordia  fortalece virtudes como la paciencia, la humildad, la caridad y la esperanza. Benedicto XVI en Spe Salvi destaca que la esperanza activa, manifestada en  obras, transforma la vida presente. 
Genera paz y alegría interior, hacer el bien y aliviar el sufrimiento del  prójimo genera satisfacción profunda y sentido de vida. Francisco lo expresa  en Evangelii Gaudium: servir a los demás es fuente de alegría cristiana. 
Es testimonio para la comunidad, las obras de misericordia inspiran a  otros a la bondad y fortalecen la comunidad eclesial y social. La misericordia  practicada por matrimonios, familias y personas crea una cultura de caridad  y solidaridad. 
3. La misericordia atrae misericordia. 
Jesús enseña que ser misericordioso abre la puerta a recibir  misericordia divina: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es  misericordioso”.
Practicar obras de misericordia no solo ayuda a otros, sino que nos  transforma y nos hace más semejantes a Cristo. 
Ahora sí, terminamos definitivamente. Por diferentes motivos, este  retiro se ha ido aplazando o modificando la fecha y desde que somos  conocedores que teníamos que hacerlo hemos vivido un cambio de Papa, un  cambio de Obispo y por los pelos no pillamos un cambio de Responsable  Mayor. Así que, aprovechando la reciente publicación de la primera  Exhortación Apostólica del Papa León XIV, “Dilexi te”, recordamos sus  palabras: la misericordia no puede esperar: estamos llamados a dar, a  tocar la carne sufriente de los pobres, construyendo una Iglesia que sólo  sabe amar y acompañar a los más frágiles. Una Iglesia que no pone  límites al amor, que no conoce enemigos a los que combatir, sino sólo  hombres y mujeres a los que amar, es la Iglesia que el mundo necesita  hoy. 
Oración: “Enséñame a ser misericordioso” 
Señor Jesús, 
enséñame a ser misericordioso con los demás, 
a perdonar sin límites, 
a dar sin esperar nada a cambio 
y a amar como Tú nos amas. 
Haz que mi corazón se abra a las necesidades de mis hermanos, para que en cada uno de ellos 
descubra tu rostro de misericordia. 
Amén. 
En Málaga, a 19 de octubre de 2015.

Manuel y Maricruz:

"Cómo vivir la esperanza en un mundo de desigualdades: las obras de misericordia."

SECCIÓN COLABORACIONES

Contribuciones de la comunidad

Artículos, reflexiones y aportes de los miembros de la comunidad.

COLABORACIÓN DE ALFONSO MORENO DE FUENGIROLA

EDUCAR EN LA FE: La fe se transmite en casa.

La familia es la principal fuente de transmisión de los valores religiosos y espirituales. Es ella la encargada de acercar los hijos a Dios y enseñarles la fe.

DIFÍCIL, PERO POSIBLE.

Los padres tienen la inmensa dignidad de ser los primeros que abren el alma del niño al conocimiento y el amor de Dios, a las realidades del espíritu. Luego les acompañan en el camino de la fe hasta que sean cristianos maduros. Es una misión difícil, por la fuerte presión del ambiente, pero posible por el poder y la ayuda de Dios, del que los padres se hacen colaboradores. Dios ha confiado en ellos doblemente: al darles los hijos y al pedirles que les ayuden a crecer como hijos de Dios.

LAS BASES HUMANAS: hijos fuertes.

Los padres deben inculcar en los hijos todas las virtudes, sin descuidar aquellas que fortalecen la voluntad: el espíritu de sacrificio, la sobriedad, la
generosidad. Son el antídoto necesario ante la presión del consumismo, el hedonismo y el egoísmo que se cuela por todos los lados; sin fortaleza les faltará la base humana para hacer frente a esa presión.

IR POR DELANTE: la vocación cristiana de los padres.

Los hijos no pueden ir solos ni en lo humano ni en lo espiritual. Dios pide a los padres que vivan plenamente su vida cristiana, que tengan una vida de oración
y sacramental intensa, que se esfuercen por cumplir con generosidad la voluntad de Dios en todas las facetas de su vida: el trabajo, la familia, las
relaciones sociales, la diversión y todas las cosas pequeñas y ordinarias que constituyen la vida del hogar. Esa actitud de generosidad con Dios tiene el ambiente, el caldo de cultivo, de una familia cristiana, en el que crecen interiormente padres e hijos. Unos se ayudan a otros con el ejemplo, con la oración, con la fuerte ayuda interior de la Comunión de los Santos.

EL AMBIENTE DE UNA FAMILIA CRISTIANA

Los padres transmiten la fe que viven, y a ellos les ayuda también la fe y la piedad que ven en los hijos. La piedad familiar ha de ser profunda y sencilla, vivida con naturalidad y sin imposiciones. La familia sale adelante rezando juntos y rezando unos por otros. Los hogares cristianos son hogares luminosos y alegres. Con la alegría que da saber vivir contra corriente, con un tono decididamente sobrio, aunque llame la atención en una sociedad materialista obsesionada con tener cada vez más cosas; donde lo natural ha de ser la preocupación de unos por otros, la generosidad, la actitud solidaria ante los más débiles y los necesitados. En esa familia se vive, el cariño a la Iglesia, al Papa, a los sacerdotes, a las misiones, la ilusión apostólica. Se celebran con
alegría el Domingo y las fiestas cristianas. Desde niños se muestran ejemplos
no edulcorados de conducta cristiana: la vida de los santos y de tantos cristianos de toda edad y condición que han sido fieles, a veces en situaciones
muy difíciles.

DAR RAZONES Y EDUCAR SU LIBERTAD.

Queremos que los hijos lleguen a tener un criterio propio, por eso no debemos imponer sin dar las razones que necesita cada hijo, distintas según su modo de
ser y su edad. Los padres deben escucharles, esforzarse por comprender y vivir su mundo. Que los hijos vean que lo que dicen sus padres es realista; que
no se debe a que son de otra época, a que no confían en ellos, o a que se ponen siempre en lo peor; sino a que conocen el mundo en el que los hijos se
mueven y poseen una experiencia en la que se puede confiar.

(Ramiro Pomés).

ALFONSO MORENO

Colaboración de la Comunidad

Colabora con nosotros

Testimonio de fe

"Encontré en esta comunidad un lugar donde crecer espiritualmente y servir a los demás. Gracias por acogerme con tanto cariño." - María G.

COLABORACIÓN POÉTICA DE PAQUI PÉREZ BÁEZ

Arranca mi nada

Quítame la estrechez
de mis pensamientos;
dame la alegría de tu libertad,
la forma de tu amor
a toda la humanidad.

¿Cómo cuestiono a los demás
por verlos desde mi forma de pensar?
¿Qué veo en el otro que no puedo hallar?
Quiero ver grandeza,
quiero ver paz,
pero según miro
no la puedo encontrar.

Mi mirada es tan corta,
tan pobre de humanidad.
Aquí sigo esperando
la paz y la humildad,
que pongas en mi mente
grandes deseos, Señor; de amar.

Paqui Pérez Báez

Poetisa de la comunidad

Expresa tu fe a través de la poesía

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Documentos disponibles para descarga

Formularios y recursos para integrantes de la comunidad.

DOCUMENTO PARA DARSE DE ALTA COMO INTEGRADOS DOCUMENTO DE RENOVACIÓN DE INTEGRADOS FICHA LIMPIA REUNIONES SECCIÓN MUJERES FICHA LIMPIA DE REUNIONES PARA RELLENAR

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